Todo ya estaba cantado desde el principio. Los tombos (policías corruptos que buscan dinero fácil a través del poder que ejercen) ya lo sabían. Desde que llegaron, sus relucientes armas fueron la atención del conglomerado. Algo había pasado.
El tombo descargó su nueve milímetros sobre un muro de roca, a la vista de todos, mientras el dueño del establecimiento (una licorera que cierra temprano, con los mismos borrachos de siempre haciendo escandalo) preguntaba asombrado sobre la actitud del policía.
¿Qué pasó señor agente? ´preguntó el dueño del establecimiento. “parece ser que hay una banda de fleteros vestidos de paño que se encuentra en este barrio y están atracando a las personas. No daré más información. Yo lo único que quiero es encontrarlos para sacar lo mío”. De ahí en adelante, todo fue silencio, mientras las cervezas bajaban y el clima empezaba a ponerse tenso entre los presentes.
“bueno, nos vamos” dijeron los policías. “esos manes no van a atraparse solos”. Se montaron en su automóvil de letreros brillantes y rápidamente se alejaron. “Con ellos uno nunca sabe” comentó el dueño del establecimiento. “Un día vienen y te dan la mano como amigo, y al otro día vienen a sellarte el chuzo porque se los ordenaron. Es mejor mantenerlos así, ni amigos ni enemigos”. “A todas estas” preguntó uno de los presentes, “¿dónde están ying y yang*?”.
Hacía un buen rato que ying nos había llamado y desde entonces, no habíamos vuelto a saber nada de él. Nos dijo que se encontraba con yang haciendo “una vuelta”. Una persona nos comentó como se los había encontrado de frente, en un lugar peligroso del barrio. “iban juntos, a comprar trago”. “Yo me vine directo para acá”. “mi amor” le digo a una vieja “regálame un minuto de tu celular, yin ya me está preocupando porque no vuelve”. Sistema correo de voz. Dos cervezas después, volví a insistir. “el número que usted ha marcado se encuentra temporalmente fuera de servicio”. WTF!?
“algo pasó”. Pensé. “no es normal que el número esté desactivado si hace diez minutos estaba bien”. De repente, Ying entra al expendio de licores, pero sin Yang. “ y usted qué? Donde andaba, que ya estábamos preocupándonos”. Ying me miró con unos ojos penetrantes como el hielo y me lo dijo sin asco: “casi nos matan”.
“ y la vuelta?” preguntó Baco** “ nos la robaron”.
En ese momento todo cambió. El miedo constante de recibir un rafagazo de balas en el local fue una constante entre los presentes. “mejor salgamos de aquí, donde podamos hablar bien que pasó”.
Salimos de allí hacia otro hábitat, donde nos instalamos a analizar la situación. Y ya resumida la historia porque es muy larga, la cosa fue así: hacía unos días Ying había recibido una oferta que pocas personas pueden rechazar. Un sujeto lo había contactado, refiriéndose como un amigo de un yonki conocido por Ying. “Necesito un favor suyo” le dijo. “necesito 2500 dólares de sustancia X”. Mete las manos a sus bolsillos, y saca el dinero en efectivo. “nos vemos mañana en pizzas el Italiano”.
Rápidamente, Ying tomó su celular y llamó a Yang. Le comentó lo sucedido y examinaron la situación. Pero, ante la avaricia del dinero fácil y rápido, sus tentaciones pudieron más que su razón, aún aunque a los que sabíamos la historia, nos dio mala espina desde un principio y se lo comentamos, entre cervezas y fútbol de pc.
YA todo estaba cuadrado: la sustancia x, el punto de reunión, todo estaba cuadrado, sí. Pero, como dije en un principio, todo estaba cantado. Dieron con las personas que no eran. Sujetos armados vestidos de paño llegaron a pie y entraron a las pizzas del italiano. Se sentaron y sacaron el dinero. Yang saca la sustancia x y justo cuando ya la transacción estaba casi hecha, entran al lugar más sujetos de paño, apuntando y gritando a los cuatro vientos: “ Ahora sí, ustedes son los de la sustancia X no?! Vengan para acá, cédulas y la merca, que somos de la SIJIN”.
Cuando tienes un revolver apuntándote a la cara, por u lío ilegal, tu vida pasa frente a tus ojos: los proyectos que nunca realizaste, las mujeres que no amaste, los momentos más preciados. ¿Cuántos serán, 10, 15 años de cárcel? Ying y Yang son rudos, pero no aguantarían ese tiempo dentro de prisión. Sus vidas se veían derrumbadas en ese momento, con sujetos que podían acabar con ellas en un instante.
Devolvieron las cédulas, pero se quedaron con la merca y con los celulares de ambos. Salieron corriendo con el botín, dejando a ying con un sentido de impotencia y desesperación, sin saber cómo reaccionar realmente. Yang salió corriendo detrás de ellos, vociferando maldiciones. Ying se perdió del lugar, para encontrarse más tarde con nosotros. Ya la vuelta estaba cantada hace mucho.
Pero esto no es toda la historia, todavía queda un pedazo: Yang, volvió, cabrón como un toro en celo, bramando y escupiendo saliva de odio y rabia. “Ying me vendió. Me dejó solo y ahora me tiene que pagar todo”. “¿dónde está? Quiero hablar con él personalmente, y tal vez mi cuchillo también”. En esas llega un metamórfico y le dice: “ tranquilo yang, camine nos tomamos una polo y hablamos que pasó”.
Se fueron, para que luego ying saliera, empecinado en beber botellas de aguardiente y cervezas hasta que el bolsillo aguantara. Después de ese susto, cualquiera querría olvidar toda la situación y seguir adelante. Eso sí, después de que pague los 2500 grandes que debe en mercancía que se esfumó ante sus ojos.
Los policías los sabían todo: el lugar donde se iba a hacer el intercambio; los directos implicados de la transacción; Las sustancias y la cantidad de dinero que se iban a intercambiar. Menos mal no hicieron nada, ya que ying y yang hubieran terminado en prisión. Por esta vez , y esta única vez entre miles, la codicia y la corrupción de los policías nos salvó. La vida es muy irónica. Pero así es en Bogotá a diario: una Bogotá subterránea donde se gestan cosas inimaginables para alguien con un horario de oficina y una vida relativamente normal. Las calles cambian de faceta cuando cae la noche, en una ciudad donde hay una historia underground diferente por cada persona que habita en ella.
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